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(02-Mar-2008).-

En septiembre del 2006 describí en Desafío Extremo uno de los parajes naturales que más me han impresionado, tanto por su belleza como por la concentración de características espectaculares en un solo sitio, además de su amplia gama de opciones para actividades extremas.

Se trata del Puente de Dios, en la comunidad del Cafetal, en Tamasopo, San Luis Potosí. En esa ocasión concluí en que algún día regresaría para bucear en este paraíso.

Por razones de trabajo estuve en la Huasteca Potosina y, aprovechando el viaje, decidí que me quedaría unos cinco días haciendo recorridos ya conocidos y realizando algunos nuevos, producto del estudio previo de mapas y de las recomendaciones de lugareños. Como suele suceder en mis viajes, el único plan es que no hay un plan definido. Al llegar a Ciudad Valles pasé a saludar a mis amigos de Huaxteca Turismo Alternativo para que me pusieran al tanto de las novedades en la región.

Entre la plática me topé con un tríptico donde se promovía la actividad de buceo en la Laguna de la Media Luna, ubicada en el municipio de Río Verde, considerado éste como la puerta de entrada a la Huasteca Potosina para los visitantes que llegan desde la capital potosina y del centro de la República.

Como un acto reflejo me nació comunicarme con ellos, tal vez podría bucear en este viaje, una de las pocas actividades pendientes de palomear en la selva potosina.
Establecí comunicación con Saúl Martínez, dueño del Hotel Media Luna, quien me invitó a realizar las sesiones de buceo necesarias para tener buen material fotográfico. Saúl me podría recibir lunes y martes, así que mi viaje se tendría que prolongar dos días más. La idea que yo tenía de la Media Luna era la de una laguna en la ciudad de Río Verde; mi curiosidad era saber cómo se había consolidado como un sitio para el buceo.

Después de mis actividades durante cuatro días en el corazón de la Huasteca Potosina, me dirigí a mi cita con la Media Luna. Partiendo de Ciudad Valles, Río Verde está aproximadamente a 120 kilómetros con rumbo oeste y la carretera que las une es la Federal 70.
Este tramo es uno de los mas ricos en escenarios de aventura y bellezas naturales, ya que es el eje para conectar con las cascadas de Micos, la navegación por el Río Tampaón, el rafting por sus rápidos, la impresionante cascada de Tamúl, y la región de Tamasopo, donde abundan las caídas de agua y el famoso Puente de Dios.

Entre la ciudad de San Luis Potosí y Río Verde la distancia es similar, pero aquí la Federal 70 ya es autopista.
Mi primer aprendizaje al llegar a Río Verde fue que con las nuevas autopistas tal vez sea más rápido para los regios llegar a la Huasteca Potosina por la Autopista Federal 57 (Saltillo-Matehuala), incluso programar una actividad de buceo al inicio, pernoctando en Río Verde y así resultará menos cansada la carretera.

En el Hotel Media Luna fui recibido por Saúl y el instructor de buceo, César, quienes ya tenían preparados los equipos para dirigirnos directo a la laguna y así aprovechar la caída, casi en vertical, de los rayos solares.
Este embalse se encuentra a unos 10 kilómetros del centro de Río Verde y es en realidad un cenote, ya que no recibe agua de ningún arroyo, sino que en sus profundidades se encuentran nacimientos y manantiales con agua a una temperatura de 30 grados, ideal tanto para nadar como para bucear.

El continuo brotar del agua en la laguna genera algunos arroyos o canales muy cristalinos donde se puede practicar kayak.

Una vez que repasé brevemente los aspectos básicos del buceo, estuvimos listos y nos lanzamos al agua. Desde la superficie se percibe que al bucear se pueden recorrer unos 200 ó 300 metros con profundidades que oscilan entre 2 y 36 metros.

Pero ya inmerso en el agua las opciones se multiplican. La laguna cuenta con algunas cavernas y canales subterráneos que comunican a pequeños estanques o espejos de agua de 5 ó 6 metros de diámetro y que son de algún modo accesos del mundo real a este inframundo. Definitivamente no podemos comparar esta actividad con el buceo en los arrecifes coralinos del Caribe, pero con los laberintos que se tienen y su flora y fauna, la experiencia es similar a la de los más bellos cenotes de la península yucateca.

El segundo platillo subacuático sería al día siguiente en la gran fosa del paraje de Puente de Dios, en las afueras de Tamasopo. Por fin saciaría mi curiosidad de conocer las entrañas de este sitio.

Si en la superficie el Puente de Dios es un paraíso, en el mundo subacuático no se queda atrás; la fosa cuenta con algunas cavernas y pasadizos que la hacen muy interesante, además sus colores son de un azul turquesa intenso y en el fondo se observan rocas de caprichosas formas y colores, muchas de ellas con caracoles adheridos.

Su profundidad máxima es de 14 metros y dejarse llevar por la turbulencia que se genera con la caída de la cascada en las profundidades es un gran reto.
Cruzar el puente de roca a 10 metros de profundidad es todo un espectáculo ya que los contrastes de luz en el agua le dan un toque visual muy especial.

Una vez concluida la aventura subacuática y después de unas buenas tortas al estilo potosino, le comenté a Saúl que en la mayoría de los casos la presencia de una laguna como la Media Luna abre la posibilidad de que existan más cenotes como éste en la región, tal vez conocidos por los lugareños.

Saúl me respondió que ellos conocen un sitio de pequeños cenotes llamado los peroles, donde se bucea dentro de agua aún más cristalina que la de la Media Luna, y me invitó a visitarlos en mi próximo viaje, propuesta que de inmediato acepté, ya que el desafío nunca termina.

 

desafioextremo@intercable.net